Cuando dos personas se unen en Matrimonio, sueñan con estar juntos para toda la vida. Sus anhelos e ilusiones tienen que ver con una vida juntos felices y para siempre. Nadie se casa pensando que se va a separar o a divorciar en un futuro. Nadie se casa pensando que la relación no va a funcionar. Todos nos casamos pensando que esa persona con la que estamos uniendo nuestra vida, es la persona perfecta para nosotros. Sin embargo, con el paso del tiempo, surgen las diferencias que tienden a separar a la pareja; muchos caen en la apatía y la rutina insulsa de la vida; no cuidan de su compañerismo y empiezan a separarse emocionalmente poco a poco, hasta que el compañerismo que los unía se va perdiendo; y entonces experimentan una horrible sensación de soledad.
La unidad del matrimonio abarca lo siguiente: dos compañeros que emprenden juntos la aventura de la vida, en la que formarán una familia y encontrarán muchas alegrías, muchos sinsabores, muchos éxitos y muchos fracasos, tiempos de paz y tiempos de guerra, encontrarán tiempos de felicidad y también tiempos de tristeza. Pero lo más importante es que esos dos compañeros estén dispuestos a apoyarse mutuamente tanto para disfrutar de las cosas buenas de la vida, como para enfrentar las dificultades, unidos como si fuesen uno solo.
Si tu matrimonio ha sufrido o sufre de “soledad”, si has estado distante, pídele perdón a tu cónyuge y toma la decisión de convertirte en el (la) mejor compañero(a) de tu cónyuge. Toma la decisión de no juzgarle, de no criticarle, de no maltratarle en modo alguno. Más bien toma una actitud de “compañero” que siempre estará ahí para levantar al otro. Recuerda que tu cónyuge es muy importante, tanto como tus hijo o diría que un poco más, porque los hijos cuando crecen se van y forman su propio hogar y al final quien te queda es tu pareja y si no están unidos ahora, lo estarán menos en la vejez. Cuida de tu pareja manténganse unidos, pues juntos podrán cooperar en darle la educación y formación que tanto tus hijos requieren.