El problema de ser adultos son las limitantes que nos ponemos a la hora de desear algo, la mente se cierra y se olvida lo que antes fuimos y el lanzarnos a lo nuevo y diferente nos asusta, nos acostumbramos a vivir la vida como una monotonía y aunque en el interior deseamos el cambio nuestra realidad y actos dicen lo contrario. Todo esto ocurre por el miedo que nos embarga, el temor de perder y no lograr lo deseado, el temor al qué dirán, si no hacemos lo propuesto, el temor de perder en el intento, el único problema es que terminamos los años lamentándonos por nunca haberlo intentado; hay una frase popular que dice: es mejor intentarlo y perder en el intento que nunca haberlo intentado y vivir lamentados, con esta frase no quiero decirte que perderás y no lograras tus objetivos, sino que vivas la vida y que trates con todas las fuerzas y el poder que Dios te ha dado de lograrlos.
¿Qué harías si no tuvieras miedo? ¿Qué cosas harías sabiendo que Dios está contigo?
Para vivir una vida extraordinaria debemos aprender a rechazar el miedo. Si viene de dentro de mi o de otra persona, debemos superar el miedo y adoptar un “juego para ganar”, y esto tiene que ver con mi forma de pensar. Jugar para ganar requiere de un compromiso consigo mismo de nunca darse por vencido y nunca permitir que sus metas y sueños mueran. Los que juegan para ganar saben que el éxito pertenece a aquellos que practican la disciplina y perseverancia, a aquellos que asumen responsabilidad por sus vidas. Los obstáculos y las luchas son parte de la vida y sólo sirven para hacernos apreciar nuestro éxito. Si todo fuera fácil, no sabríamos lo que se siente realmente tener éxito. Los obstáculos y las circunstancias están destinados a ser superados. No dejes que nada te detenga en la búsqueda y en el logro de tus sueños. El miedo está destinado para ser vencido, Dios no te creo a ti con miedo, el miedo es adquirido, por lo cual tu puedes renunciar a el. En el juego de la vida hay que jugar para ganar.