1. AMOR. Amar es buscar el bien integral del otro. El que ama y sólo el que ama, conoce bien a la persona amada, porque la conoce no sólo como aparece sino como es por dentro, y más aún conoce "su posible", aquello que puede y "debe" llegar a ser. Como dice Paul Valéry "lo que es más verdadero de un individuo, lo más de él mismo, es su posible, lo que puede llegar a ser". Partiendo del hecho de que el hombre "es un ser en proceso" pensemos que es en la familia donde más va a avanzar dentro de este proceso. Así podremos valorar la trascendencia de nuestro amor a los hijos. Nuestro amor será responsable de que ellos alcancen la estatura que deben llegar a tener, en todos los aspectos de su persona. El que ama no sólo conoce lo que la persona amada puede llegar a ser, sino que "le ayuda a ello", le ayuda a que desarrolle todas las potencialidades que tiene y que muchas veces ignora, le ayuda a que sea lo que puede llegar a ser
2. COMPRENSIÓN. Toda persona, para llevar una vida digna y feliz tiene que desligarse de todo apego y de todo compromiso que se imponga a su desarrollo espiritual; es decir: todo obstáculo que se encuentre, que le hace tener situaciones adversas con su pareja, con su hogar y con sus obligaciones, esto nos indica que debemos comprender que por encima de todo compromiso esta la obra que estamos realizando y la felicidad que debe existir en su hogar, con su pareja y con sus hijos. Hay dramas individuales que deben ser comprendidos por los dos y dramas en conjunto para ser superados también por los dos. La comprensión es una expresión de la conciencia que le permite a la persona salir adelante en todos los dramas de la vida. Recordemos aquella filosofía Samaeliana que dice: “TODO LLEGA Y TODO PASA”. Esto nos hace entender que nada en la vida es perdurable o estático, porque la vida es un constante movimiento que nos lleva y nos trae de evento en evento, unos bonitos y otro feos, unos agradables y otros desagradables pero así es la vida. La comprensión nos lleva a tener serenidad para ver las cosas tal cual son.
4. RESPETO. Si no hay respeto no puede haber armonía. El mismo respeto que merece el padre como jefe de la familia lo merece la madre, los hijos y cualquier otra persona que integre esa familia, sin importar las edades, limitaciones o capacidades de cada uno. Cada miembro juega un papel muy importante dentro de la familia. En muchos de los casos existen padres que exigen absoluto respeto para ellos, pero insultan, ridiculizan o rebajan a la esposa o hijos en determinados momentos, creándoles un resentimiento que se va acrecentando con el paso del tiempo. Podriamos pensar que faltar al respeto es simplemente tener malos modales. Claro, hablar con la boca llena, presentarnos sucios a la escuela o el trabajo, o empujar a los otros para pasar son conductas irrespetuosas y malos modales. Sin embargo, significan poco en comparacion con las verdaderas faltas de respeto: tocar a alguien sin su consentimiento; burlarnos de una religion, de un trabajo o una forma de vida diferente a la nuestra, querer utilizar a los demás como medios para nuestros planes, abusar de quienes estan en desventaja (los ancianos, las personas enfermas, los niños muy pequenos, los animales). Debes evitarlo siempre. A veces la mejor forma es seguir las reglas. Pero pensar siempre “debo hacer esto”, “no debo hacer lo otro” es solo el primer paso. El gran progreso en la busqueda del respeto no esta en la inteligencia, sino en el corazón, el amor a los demás sirve de guía e inspiración para cuidarlos y honrarlos por formar parte de la vida.
5. UNIDAD. Dios instituyó el matrimonio con el propósito que la pareja ya no fueran más dos sino uno y esto implica unidad en su totalidad, de espíritu, alma y cuerpo. La unidad es la base del hogar. El ejemplo de unidad lo vemos en la trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en unidad perfecta. Entre las causas que afectan la unidad del hogar está el que se involucre alguna tercera persona, tratando de manipular o anular alguno de los conyugues, ocupar mucho tiempo con las amistades, comprometerse a toda clase de privilegios, descuidando la familia; estas y muchas más son las causas que provocan desunión, llevando a la desintegración.
6. DIOS. Un hogar bendecido, lleno de paz y armonía, es en el que los padres y los hijos permanecen juntos y respetan la voluntad de Dios. Este es el sueño de millones de personas que viven en discordias con sus seres queridos y no encuentran el camino para la liberación de sus problemas. Debemos considerar que el gran error de esas persona es el no abrir las puertas de su casa a la palabra del Señor y comprender que sólo mediante la lectura de la Escritura es posible recibir las bendiciones de la verdadera fe y el hogar feliz, es de esta manera que su vida y hogar pueden cambiar. La Biblia es una fuente inagotable de conocimientos. Aquí se encuentran todas las lecciones claves para una buena vida. Para conocer la voluntad de Dios en la vida de sus hijos, es necesario entender lo que está escrito en las Escrituras. De hecho, al comienzo de la vida cristiana, este es un problema común, pero para absorber mejor las lecciones que se describe allí, debemos orar al Espíritu Santo para que Él lleve nuestro conocimiento a su voluntad. De este manera, toda la verdad sin duda se pone de manifiesto, y en cada corazón se planta la fe sobrenatural. La lectura diaria de la Biblia permite una mayor familiaridad. Los frutos de estos estudios pueden ser notados pronto. Sobre todo, el conocimiento de la Palabra dirige los padres a guiar a sus hijos al camino de la salvación. Para absorber su experiencia, ella se convierte en un arma poderosa contra las fuerzas del mal, porque la fe proviene del oír la palabra de Dios. Dios es capaz de guiar a su familia para superar grandes obstáculos.